El comienzo de la desescalada en la Administración de Justicia deja imágenes jamás vistas en ciertos juzgados de la capital de España. Además de la escasez de funcionarios y público por norma general que se ve por los corredores, puesto que las visitas están reguladas con cita anterior y todavía no se ha levantado la suspensión de plazos procesales, los controles de seguridad y las medidas de higiene que ya antes no pasaban de ser las frecuentes para un edificio público, ahora se han vuelto indispensables y obligatorias para todos.
Todo el planeta con mascarilla, dispensadores de gel hidroalcohólico, mamparas en mostradores que ya antes no existían y personal de seguridad controlando el empleo de las instalaciones son la nueva realidad en edificios que, si bien por el momento no presentan mucha actividad, en unas semanas podrían comenzar a regresar a una cierta normalidad, especialmente cuando se reinicien los plazos procesales y administrativos, que se prevé para principios de junio.
Al llegar al edificio de los Juzgados de lo Social, los letrados y sus clientes del servicio se hallan con el cierre echado y solo la puerta auxiliar abierta. Dentro, el personal de seguridad, ciertos funcionarios y apenas público; tras el mostrador de información, ya antes sin medidas anticoronavirus, ahora atiende las consultas una persona que se resguarda tras una mampara.
Una vez entran los abogados y sus clientes del servicio, anterior lavado de manos con gel hidroalcohólico y obligación de ponerse guantes, comunican a qué órgano judicial se dirigen, tras lo que el personal de seguridad hace la comprobación pertinente llamando al mismo juzgado, que confirma la cita.
EL VIGILANTE ES EL QUE LLAMA AL ASCENSOR
En el caso de letrados consultados por Europa Press, el acto de conciliación era en la planta 10 del edificio de la plaza de los Cubos, mas por el momento no está tolerado más de una persona por viaje en elevador, aparte de un vigilante de seguridad, que acompaña a los visitantes en todo instante.
Es el propio vigilante el que llama al ascensor y el que pulsa el botón con la planta deseada, todo a fin de que el público general no toque las dependencias más de lo preciso, y es ese vigilante el que va acompañando a los asistentes hasta su destino, el juzgado, sea como sea la planta en la que esté.
Ya en el piso adecuado, no se ven más que uno o bien 2 funcionarios por juzgado, conforme las fuentes consultadas, puesto que en la presente fase 1 de la desescalada en Justicia solo han vuelto al trabajo presencial entre un 30 y un 40 por ciento de los empleados del ámbito. Y una vez allá, solo puede acceder al juzgado una de las personas implicadas en el contencioso laboral.
Es esta persona, generalmente uno de los abogados, la que entrega al funcionario en cuestión los carnets de identidad de todos y cada uno de los visitantes, a fin de que en el juzgado efectúen las comprobaciones oportunas y gestionen el expediente ya antes de dar paso a la firma de las partes implicadas. Ahí sí que el funcionario se dirige a todos a fin de que estampen su rúbrica, dando de esta forma su permiso al acto de conciliación.
CONTROL DE DISTANCIA
Todo el tiempo de espera en el juzgado, el vigilante de seguridad que ha subido con las visitas continúa atento a que nadie se salte las reglas y se sostenga una distancia de seguridad suficiente, pese a que todos llevan puesta la mascarilla desde el momento en que entraron por la puerta primordial.
Y al bajar, se repite exactamente la misma operación: no más de una persona en el elevador, cuyos botones solo puede pulsar el vigilante de seguridad que les acompaña. En conjunto, un trámite de esta forma esta semana de vuelta a los juzgados dura aproximadamente 30 minutos, tiempo que, conforme las fuentes consultadas, es afín a los días precedentes a la pandemia pese a las estrictas medidas de seguridad. Va a haber que ver qué sucede cuando los juzgados comiencen a llenarse y los trámites a acumularse.