- Los líderes de las dos formaciones, menores de 30 años, contaban con gran experiencia y altos conocimientos en la materia, lo que les sirvió para defraudar más de 820.000 euros
Agentes de la Policía Nacional han desmantelado 2 conjuntos enormemente expertos en estafar a operadoras de telefonía y a entidades. La operación policial ha tolerado la detención de 20 personas, en la ciudad de Guadalajara y la capital de España, y el esclarecimiento de un fraude superior a los 820.000 euros. Los líderes de los dos conjuntos tenían menos de 30 años mas contaban con altos conocimientos en la materia. Además de esto, habían logrado reclutar una extensa red de cooperadores en la Comunidad de la capital de España.
Las investigaciones empezaron en el año 2018, cuando los agentes advirtieron a 2 jóvenes que empezaron a cometer estafas bancarias con la participación precisa de terceras personas conniventes en la zona del Corredor del Henares de la Comunidad de la capital de España. A inicios del año 2019, una discusión entre los dos provocó que cada uno de ellos de ellos empezara a actuar de forma independiente. Al tiempo, las estafas tendían a ser poco a poco más complejas y especializadas, con lo que precisaban de la participación de otros cooperadores, aparte de infraestructura, metodologías y técnicas financieras avanzadas que indicaban un conocimiento preciso de las mecánicas de detección del fraude aplicadas tanto por el ámbito bancario como por las operadoras de telefonía.
Se hacía pasar por alto directivo para infiltrarse en las empresas
Uno de los 2 jóvenes se especializó en la comisión de estafas masivas y sistemáticas a las operadoras de telefonía, específicamente, a las tiendas que una famosa operadora tiene en la Comunidad de la capital de España, donde adquiría gran cantidad de terminales telefónicos de alta gama a través de financiaciones asociadas a múltiples empresas que mismo administraba y que carecían de actividad real.
Este individuo asistía a esas tiendas a bordo de vehículos de gran lujo que anteriormente había alquilado. Siempre y en toda circunstancia mostraba una buena apariencia, lo que le servía para dar verosimilitud a su tapadera, puesto que se hacía pasar por un alto cargo directivo de la operadora. Tal llegó a ser la perfección de la teatralidad desplegada por este estafador que, en múltiples ocasiones, llegaron a dejarle operar desde las tiendas con los equipos y el sistema gestor de clientes del servicio esa operadora. Esta circunstancia era aprovechada para suprimir permanencias, alarmas y avisos sobre impagos o bien estado de las financiaciones, con lo que se garantizaba poder asistir a nuevas tiendas para reiterar la mecánica de adquisición de terminales financiados.
Además, tenía un elevado nivel de conocimiento sobre los operadores de telefonía, para los que habría llegado a trabajar años atrás. Esto le garantizó poder operar con el sistema en recóndito, desde su domicilio, mediante la página web de la compañía, con claves y usuarios extrañas mas válidas. Así, alteraba las alarmas tanto en las tiendas como a distancia, lo que le permitía adquirir de manera sistemática cientos y cientos de terminales de gama alta que, más tarde, vendía a terceros en los canales y plataformas de adquiere de venta de productos utilizados.
Una extensa red de “mulas” permitía las operaciones
El líder del otro conjunto delincuente, por su lado, se especializó en las estafas bancarias masivas consistentes en crear aparentes impagos en cuentas corrientes empresariales abiertas en múltiples entidades españolas. Esta mecánica hacía precisa la creación anterior de empresas o bien altas en actividades económicas que, al final, resultaban irreales o bien inexistentes, con el objetivo de poder contratar cuentas corrientes empresariales asociadas a aparatos terminales punto de venta o bien TPV.
La técnica requería del reclutamiento de una extensa red de mulas y conniventes en localidades como Alcalá de Henares, Camarma de Esteruelas, Torrejón del Rey y Guadalajara primordialmente, que daban de alta empresas y sociedades sin actividad real con el único fin de permitir operaciones entre cuentas corrientes, cuyo resultado siempre y en todo momento consistía en movimientos de dinero que producían deudas por impagos a los bancos que, a priori, no advertían el fraude.
Este individuo resultaba ser la persona que controlaba las cuentas de los conniventes y operaba con ellas a través de 2 métodos afines de retención de operaciones en TPV. El modus operandi consistía en cargar operaciones consecutivas con tarjetas bancarias controladas por el entramado delincuente en los datafonos de las compañías conniventes, con la opción de “operación retenida” activada. Así, el dinero que se movía entre cuentas, una vez era recibido, se retiraba en efectivo o bien se volvía a trasferir, pues a final de semana o bien de mes, esas operaciones eran reculadas o bien canceladas, lo que quería decir que el dinero retornaba a la cuenta de origen y, en ese instante, se producía el descubierto o bien saldo negativo, que por último producían impagos. Con esta metodología, se garantizaba que los descubiertos en esas cuentas corrientes pasaran inadvertidos siendo contabilizados como impagos derivados de una actividad económica o bien empresarial por los bancos.
Ambos entramados se servían de técnicas destinadas a disfrazar la intencionalidad de las operaciones, cuyo fraude asciende a 400.000 y 420.000 euros respectivamente. En los registros domiciliarios efectuados por la Policía Nacional se ha intervenido esenciales cantidades de dinero en efectivo, un software especializado, pruebas reportajes, tarjetas de crédito y débito y 2 automóviles de gama alta, entre otros muchos efectos.