La Sección VI de la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife condenó a 3 años de cárcel y un día al vigilante de seguridad privada que a finales del 2018 propinó una paliza su jefe de seguridad en el Hospital Universitario de Canarias (HUC), luego de que este le diera una indicación sobre su trabajo. Las partes llegaron a un acuerdo de conformidad y el vigilante acusado de los hechos ha sido condenado por un delito de lesiones en una sentencia firme dictada el pasado 16 de septiembre.
A continuación relatamos brevemente lo que ocurrió: Los hechos ocurrieron el 7 de noviembre del 2018. El presidente de Seguridad del HUC, Esteban Pérez, llamó la atención al empleado de la empresa externa de seguridad, Tomás Luis H.M., para que no dejara estacionar a camiones de reparto de productos en la zona reservada para otros fines, como el aparcamiento de los vehículos de los cuerpos de seguridad. En un primer momento, el trabajador no le dijo nada a Pérez Estévez.
El episodio violento llegó más tarde, cuando el jefe de Seguridad del HUC terminaba su turno. Entonces, “me dio un golpe a traición y caí al suelo inconsciente, donde me propinó patadas y porrazos”. Al final, “a duras penas me pude levantar”, aclara el afectado por los golpes recibidos.
En ese momento, ya otros vigilantes habían llegado al sitio de los hechos, apartaron al autor de la paliza, que tiene 54 años de años. Tras ser retenido por otros trabajadores de la empresa de seguridad, agentes de la Policía Doméstico procedieron a su detención. Como consecuencia de dicha actitud violenta, la empresa concesionaria del servicio de seguridad en el HUC despidió a este vigilante de seguridad. En caso de que no hubiera habido acuerdo de conformidad entre las partes, el tribunal podía haber impuesto una pena de entre 4 y a 6 años de prisión por la agresión.
Los magistrados de la Sección VI de la Audiencia Provincial otorgaron 10 días al agresor para que ingresara en el centro penitenciario Tenerife II y en estos momentos ya cumple su pena.
En algunas ocasiones los servicios son estresantes y difíciles de llevar, o incluso la ausencia de compañerismo y buenos modales pueden desembocar en que el servicio se convierta en un mal servicio. Pero en ningún momento puede estar justificado una agresión.